Santuario de Nuestra Señora de Arantzazu

Por Iñigo

A unos 10km de Oñati (Gipuzkoa) y a los pies de Urbía, se encuentra el Santuario de Nuestra Señora de Arantzazu, patrona de Gipuzkoa. Este santuario es un lugar de peregrinación, un centro de espiritualidad y uno de los ejemplos más significativos del arte vasco contemporáneo.

Según la leyenda, un pastor encontró una estatuilla de la Virgen María entre un espino florecido en 1468 y éste le preguntó asombrado: «Arantzan zu?» («¿Tú en un espino?»). Nada más conocer este hecho, el pueblo lo interpretó como algo milagroso, una aparición, y decidieron construir una ermita. Tras esto, los peregrinos comenzaron a acercarse a este lugar. La orden de los franciscanos lleva encargándose del santuario desde el siglo XVI.

El santuario ha sufrido tres incendios importantes con lo que tuvo que ser reedificado otras tantas veces. En 1950 se decidió construir la actual basílica y se convocó un concurso de ideas. Se seleccionó la idea de los arquitectos Francisco Javier Sáenz de Oiza y Luis Laorga.

Para la construcción se juntó un equipo impresionante de artistas. Uno de estos artistas fue Jorge Oteiza. Tras recibir la encomienda de crear un friso con los apóstoles y la imagen de la virgen en la fachada del santuario, Oteiza comenzó a realizar bocetos y estudios. Éstos rompían con los estándares de la época, lo que provocó un escándalo en la Santa Sede ya que no aceptaba una obra tan vanguardista.

En 1954 el Obispado de San Sebastián ordenó la suspensión cautelar de los trabajos de Oteiza por «no expresar adecuadamente el arte cristiano». Cuando ya llevaba tallados cuatro figuras, tuvo que paralizar el proyecto. 

El santuario se inauguró en 1955 sin las esculturas de Oteiza y sin la participación del resto de artistas. Tras el levantamiento de la prohibición en 1966, Oteiza se negó a continuar con el trabajo, pero en 1968 decidió implicarse de nuevo en el proyecto con un diseño más minimalista que quedó culminado en 1969.

Las tres torres (las dos de la fachada y la del campanario) están realizadas con bloques de piedra caliza tallados en punta de diamante que representan el espino.

Fachada

En la fachada principal se observan las dos esculturas de Oteiza que en su conjunto representa a la Virgen Dolorosa cuando recoge el cadáver de Jesús:

1. La Piedad (arriba) se diferencia de la de Miguel Ángel en que la madre no tiene al hijo muerto en su regazo, sino que éste descansa muerto en el suelo mientras ella mira al cielo y no a su hijo.

2. Los catorce apóstoles (abajo). Cada cuerpo está abierto en canal mostrando la interioridad (muestran que no ocultan nada). Cada figura tiene su propia personalidad pero están unidos por medio de las posiciones de sus brazos y manos y la inclinación de sus cabezas. Este dinamismo hace que el observador se tenga que fijar en cada uno. Los que están en las esquinas miran al centro mientras que el resto miran hacia arriba, a la madre que está sufriendo.

¿Y por qué catorce? La respuesta invariable del autor es: «Porque no me caben más». Pero también hay otras explicaciones:

  1. Apóstoles debemos ser todos, no solo doce.
  2. Oteiza nació en Orio (municipio muy ligado al remo). Por ello, quiso representar una trainera que está formada por trece remeros y un patrón (éste sería el de la esquina de la izquierda cuando la trainera va hacia la derecha y viceversa). La trainera sería la iglesia.

Curiosidades:

  • Las figuras son un grupo humano. Oteiza lo que quiere es representar actitudes humanas, el interior de las personas.
  • Hay una figura sin cara porque Oteiza quiere que todos nos visualicemos en esa estatua.
  • El segundo por la izquierda no tiene ojos porque es ciego y uno de sus pies está más adelantado que el resto. El que está al lado le está dando la mano para ayudarle. Esto expresa la disposición de hacer algo por él.
  • Hay una figura que se tapa los ojos porque no quiere ver ni quiere saber nada.
  • En el centro dos figuras se abrazan, dando solución cristiana a la angustia que circula en el conjunto.

Bajo los apóstoles, se abren las cuatro puertas principales de hierro forjado de Eduardo Chillida. En muchas iglesias famosas las puertas principales tienen nombres como puertas del paraíso o de la gloria. Sin embargo, a Chillida el descenso de las escalinatas le parecía una bajada al centro de la tierra o al mismísimo infierno y por eso se quedaron con el nombre de Las Puertas del Infierno.

Una vez dentro del santuario, vemos la planta de cruz latina que es la misma que la que tenía la iglesia anterior. Aunque parezca una iglesia normal, la percepción del espacio cambia cuando uno se acerca al altar. Lucio Muñoz realiza el imponente y enorme retablo en madera tallada y policromada. Se cree que no hay otro retablo de tales dimensiones. Otro detalle a tener en cuenta es el origen de la luz. Hay un gran ventanal arriba que ilumina el retablo sin que veas de dónde procede la luz.

En la parte central del retablo se halla la pequeña talla original de la Virgen de Arantzazu del siglo XIII junto a un cencerro que hace alusión al pastor que se le apareció.

En los laterales vemos las preciosas vidrieras con predominio de tonos azules del franciscano Xabier Álvarez de Eulate.

Bajo la actual construcción, se halla la iglesia del siglo XIX convertida hoy en cripta. En sus paredes se exhiben pinturas de Néstor Basterretxea que nos muestran la evolución del ser humano y a Cristo Resucitado.

Tras visitar Arantzazu, no te olvides de dar una vuelta por el entorno para ver el santuario desde otra perspectiva.

Ten en cuenta que tanto en la subida al santuario como junto a ella hay hoteles y restaurantes (como el Goiko Benta).

Tienes más información sobre el santuario en la página web y en esta página.

El Santuario de Arantzazu es el último de los tres templos que forman parte de La ruta de los tres templos de Gipuzkoa. Te dejo los otros dos templos: la Basílica y Santuario de Loiola y el Santuario de la Antigua.

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